En la asquerosa vida que llevo he tenido que contemplar sacrilegios horripilantes: las ciudades vestidas de galas para los turistos, el continuo abandono de los medios de transporte útiles y eficaces como los ferrocarriles para gastarse los presupuestos en esas interminables carreteras de Dios en donde cientos de familias dejan la vida como un tributo de sangre al Divino Señor del Dinero, horrendos saqueos de tierras desconocidas, tristes sometimientos de fuerzas de ríos y de mares y cascadas para iluminar las tristes pantallas a las que nos sometemos, a la Huasteca me la hicieron parque ecológico, pero… ¡pero por lo menos que me dejen a los OVNIS! ¡Que los dejen en paz!
Ay, ay, ay, que cuando niño aún tenía la fortuna de pensar… de soñar… de dejar las noches enteras se fueran, se escaparan, delirando yo entre la vista de las incontables estrellas y soñar que ese resplandor podía haber sido, ¡algo! ¡Algo desconocido flotando en la bruma de mis locuras!
Ay, pero parece que ese divino consuelo de no-saber, se va haciendo cada vez más ‘real’ y por tanto una cosa más entre las cosas… Desclasificaciones militares, periodistas, y ese repugnante asedio de la Ciencia que no quiere dejar cosa sin someter a su régimen mortuorio de ser ‘cosa’ –y por tanto ser parte de Realidad-, van convirtiendo a ese delirio de mis noches sinsoñas en un evento más de la Historia, en un tránsito más en el quehacer de esta cordura enloquecida de las informaciones.
Yo, que había soñado con que por lo menos el mundo, la Luna –después de ese cuentito prehistórico (que ya adquiere tintas de relato bíblico) del alunizaje que Amstrong y cía. que ya se me había escurrido de la memoria-, y lo vacío del las estrellas se mantuvieran solas, desconocidas, como una puerta siempre abierta para el vuelo limpio de las imaginaciones… ¡ah, no! ¡Pero tenían que llegar los imbéciles de turno para seguir colonizando y agrandando estos falsos límites del Mundo! (Si ya hasta el vacío entre las estrellas lo tienen que hacer cosa –materia oscura- para seguir conociendo y abarcando la Totalidad): ¡Malditos! ¡Cerdos!
¡Salvad a los OVNIS! ¡Salvadlos! No creáis en las tonterías que os digan de ellos: están ahí, sí, ¿y qué pasa? No los hagáis parte de la Realidad, salvadlos por lo menos a ellos si no podemos salvar ni árboles ni mares ni a los vivos cuerpos de nuestros niños, por lo menos que ellos sigan vivos sin saberse…
Ay, ay, ay, que cuando niño aún tenía la fortuna de pensar… de soñar… de dejar las noches enteras se fueran, se escaparan, delirando yo entre la vista de las incontables estrellas y soñar que ese resplandor podía haber sido, ¡algo! ¡Algo desconocido flotando en la bruma de mis locuras!
Ay, pero parece que ese divino consuelo de no-saber, se va haciendo cada vez más ‘real’ y por tanto una cosa más entre las cosas… Desclasificaciones militares, periodistas, y ese repugnante asedio de la Ciencia que no quiere dejar cosa sin someter a su régimen mortuorio de ser ‘cosa’ –y por tanto ser parte de Realidad-, van convirtiendo a ese delirio de mis noches sinsoñas en un evento más de la Historia, en un tránsito más en el quehacer de esta cordura enloquecida de las informaciones.
Yo, que había soñado con que por lo menos el mundo, la Luna –después de ese cuentito prehistórico (que ya adquiere tintas de relato bíblico) del alunizaje que Amstrong y cía. que ya se me había escurrido de la memoria-, y lo vacío del las estrellas se mantuvieran solas, desconocidas, como una puerta siempre abierta para el vuelo limpio de las imaginaciones… ¡ah, no! ¡Pero tenían que llegar los imbéciles de turno para seguir colonizando y agrandando estos falsos límites del Mundo! (Si ya hasta el vacío entre las estrellas lo tienen que hacer cosa –materia oscura- para seguir conociendo y abarcando la Totalidad): ¡Malditos! ¡Cerdos!
¡Salvad a los OVNIS! ¡Salvadlos! No creáis en las tonterías que os digan de ellos: están ahí, sí, ¿y qué pasa? No los hagáis parte de la Realidad, salvadlos por lo menos a ellos si no podemos salvar ni árboles ni mares ni a los vivos cuerpos de nuestros niños, por lo menos que ellos sigan vivos sin saberse…
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