viernes, febrero 07, 2014

El dinero ha muerto. ¡Viva el dinero!

1. Que se vea como estas últimas medidas de este estado particular van encaminadas a la desaparición del dinero contante y sonante. Ya se habían creado cosas tan molestas y engorrosas como el IDE (Impuesto al depósito en efectivo) que hacía que fuera completamente indeseable hacer manejo de sumas de dinero de billete sobre billete. El uso de la tan traída y mentada tarjeta inteligente de lectura de los medidores de electricidad o la aparición, en este y otros estados, los medios de pago con tarjetas prepagadas para el transporte público vienen a desaparecer el uso de monedas y billetes entre el común.

2. Aunque ya antes, desde finales de los años ochentas en los estados más progresados, funcionarios y pensionados, recibían su dinero por medio de transferencias electrónicas, hoy no hay quincena que no pase por cuentas y tarjetas de nóminas (eso sí, del banco de su preferencia, para seguir creyendo la estupidez que hay diferencias entre unos y otros). Desapareciendo la figura del habilitado y de los antiguos sobrecitos en donde se contaba el dinero. 

3. Se puede creer, aunque eso es solo el recubrimiento y el beneficio colateral, que esto se hace con motivos puramente fiscales. Que se hace para suprimir ese componente anónimo del dinero y que cada transacción deje el rastro burocrático-electrónico para el más fiable y expedito cobro de impuestos.

3.1 Nada de eso. O bien, eso solo es la consecuencia incidental de otra cosa. De lo que se trata es de reducir al dinero a su verdadera esencia que es la misma que se aspira tras el nombre propio de cada cual. Esto es: su esencia identitaria.

4. Es precisamente el nombre propio el que al final acaba siendo la rentabilidad misma del dinero. Y en su solo aparecer lleva ya cierta producción de capital. Cuando regresé a México me sorprendió (lo había, alegremente, olvidado) como los artistas de poca o mucha monta, sea de novela o de canción, se prestan tanto a anunciar y vender su nombre para tal o cual marca. No importa el estatus o seriedad del actor: nominados al Óscar o conductores de fama local. El caso es ganar dinero con el uso de su nombre: cosméticos, toallas higiénicas, pollos asados o incluso como referente turístico.

4.1 Esto, claro, no exclusivo de las celebridades sino solo su evidencia más caricaturesca. Hace poco la revista TIMES sacó un interactivo en donde invitaba a los usuarios de Twitter a calcular el costo de su cuenta según operaciones de marketing, cuánto valía su cuenta de Twitter. El propio nombre y su producción de información, por sí mismo ya generaba un dinero. Su nombre propio es claramente un gran signo monetario. Por si no se había dado cuenta. http://newsfeed.time.com/2013/11/07/interactive-this-is-how-much-money-twitter-owes-you/

5. De esta manera tenemos que la identidad de la persona es en sí su propio valor. Y la desaparición del efectivo y reducirlo ya a un puro número en las pantallas electrónicas es el siguiente paso desde que en los años veintes de la centuria pasada se abandonó el patrón oro. Esto es, a informatizar el dinero. No únicamente para que el numerario no circule, sino para crear en sí mismo la conciencia de que el dinero es pura información.

5.1 ¿Qué duda cabe, después de ver los ejemplos de publicidad y el bombo y platillo con la que se generan las noticias que es precisamente (como ya lo señalaba el maestro) la producción de información el negocio más rentable del sistema este que padecemos? Ya con el solo producir información se produce dinero. O como ya anunciaba el otro visionario de los negocios, que ya todos, sin importar el trabajo o puesto que se tenga, somos vendedores. Sin darse cuenta, el pobre, que lo que estaba diciendo más bien del revés, que todos estamos en venta. O mejor que el alma, la identidad y la privacidad es el objeto que se vende.

6. Antes estas cosas, como se sabía, estaban reservadas para los artistas, escritores, pintores, o cualesquiera que fuera su materia. Ya se sabe que cuando se compraba un cuadro, se estaba comprando la firma. O en el caso de los escritores, ellos también tienen que creerlo, las palabras que iban hilando (necesariamente) eran suyas o incluso, eran ellos mimos vertidos en las letras. Por lo que su propia venta era la venta de su propia identidad, de una parte de ellos. 

6.1 Claro que la modernidad que inicia con esa mágica visión del ciudadano baudeleriano que rescata de la masa anónima el éxito (la salida, al fin del anonimato) hasta la hiperexpresividad de las redes sociales que permiten entrever los rincones más íntimos e impúdicos de los entes privados, esto ya es patrimonio precisamente de la condición dineraria y ontológica de los nombres propios y de quienes los padecen.

7. De ahí que esa desaparición del dinero para convertirse en información (aritmética, publicitaria e intimidad) sea precisamente la evolución de la perfección del dinero. La forma en que tiene de desaparecer para estar más presente que nunca. 

7.1 Se predice, sin mucho problema, la desaparición absoluta de los billetes bancarios y de las moneditas de cuproníquel como antes desapareció el oro y plata de nuestras monedas.

8. La conversión precisamente del dinero en intimidad es la que asegura la producción indiscriminada y volatilizada de capital. La hiperinflación de los créditos hipotecarios (de un dinero siempre futuro) se llega a la hiperinflación de la privacidad y su venta en forma de un dinero que ya no sirve, como decía el maestro, más que para comprar dinero.


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