lunes, diciembre 22, 2008

Apostilla de la negación: desdibujar la realidad. De las diferencias entre idear y razonar.


Pensar el mundo es como hacerlo nuevo
de la sombra o la nada, desustanciado y frío.
Bueno es pensar, decolorir el huevo
universal, sorberlo hasta el vacío.

Pensar: borrar primero y dibujar después,
y quien borrar no sabe camina en cuatro pies.
Una neblina opaca confunde toda cosa:
el monte, el mar, el pino, el pájaro, la rosa.
Pitágoras alarga a Cartesius la mano.
Es la extensión sustancia del universo humano.
Y sobre el lienzo blanco o la pizarra oscura
se pinta, en blanco o negro, la cifra o la figura.
Yo pienso. (Un hombre arroja una traiña al mar
y la saca vacía; no ha logrado pescar.
"No tiene el pensamiento traíñas sino amarras,
las cosas obedecen al peso de las garras",
exclama, y luego dice: "Aunque las presas son,
lo mismo que las garras, pura figuración."
Sobre la blanca arena aparece un caimán,
que muerde ahincadamente el bronce de Kant.

Tus formas, tus principios y tus categorías,
redes que el mar escupe, enjuntas y vacías.
Kratilo ha sonreído y arrugado Zenón
el ceño, adivinando a M. de Bergson.
Puedes coger cenizas del fuego heraclitano,
mas no apuñar la onda que fluye con tu mano.
Vuestras retortas, sabios, sólo destilan heces.
¡Oh machacad zurrapas en vuestros almireces!
Medir las vivas aguas del mundio..., ¡desvarío!
Entre las dos agujas de tu compás va el río.
La realidad es la vida fugaz, funambulesca,
el cigarrón voltario, el pez que nadie pesca.
Si quieres saber algo del mar, vuelve otra vez,
un poco pescador y un tanto pez.
En la barra del puerto bate la marejada,
y todo el mar resuena como una carcajada.


Puerto de Santa María, 1915.



Este poema de Antonio Machado, (que aparece en Proverbios y cantares, ed. El País, 2003, p. 142.) nos cuenta y resume, mejor que cualquier otra exposición, mediada por cierto por esas oraciones declarativas de las que ya hablamos, la labor que habría que empezar a hacer y como hacerla contra las cosas que se nos dan en la Realidad. Nunca he conocido más tierno rodar de palabras que dijese que fuese el pensar y cómo se opone con fuerza al idear de la Realidad.

Porque, aunque la tentación de querer ver en este combate contra lo real, como una forma moderna -o superada, si se quiere- de lo racional y de la ciencia, es grande. Y que lo que se opone indistintamente a las Realidades, instituciones y poder, es el irracionalismo, las modas postmodernas, las vanguardias artísticas, los surrealismos, los dadaísmos, los nihilismos, etc.; todo ello es falso e incorrecto, y es justamente lo que la Realidad pretende.

Lo que la Realidad pretende, en última instancia, es hacer para sí todo elemento de pensamiento y reducirlo a una cosa más entre las cosas. Lo que verdaderamente se opone a esa intención no es renunciar a la racionalidad, sino evitar que esta se convierta en una cosa entre las cosas. Es decir, que el razonamiento no se vuelva idea.

Ya se nos está haciendo patente la diferencia entre pensar e idear, entre el razonar y esa otra operación que es hacer imágenes -imágenes que se dan como un todo en el tiempo- de las cosas. Y la diferencia está clara y sencilla: frente a quienes quieren ver que una operación de la razón, (2+2=4, por poner un ejemplo) es una operación entre ideas (la suma de 2 de las ideas de 2 entre ellas mismas, es igual a la idea de 4); nosotros decimos que la operación de la razón y las operaciones de las ideas no tienen nada que ver, que, de hecho, son antagonistas, que se contrapoenen claramente.

(Al ejemplo dado la cosa es sencilla. Dado un par de números cualesean no se puede jamás saber el resultado de la operación de la adición, como no sea que de hecho se haya realizado -que haya tomado en el tiempo su realización y su razonamiento hasta dar con la solución-, ni siquiera cuál de las respuestas sea válida y cuál incorrecta: así 2+2=4 es equivalente a 2+2=3+1 o 2+2=100-96. Sin embargo, los que quieren hacer que las operaciones de la aritmética y el resto de ciencias, como operaciones entre ideas, tienen que suponer que en el cuatro están ya contenidas todas las ideas en las que se puede desplegar la idea de '4' -y sus notas, en este caso, tendrían que ser infinitas- y ante la imposibilidad del despliegue de todas las ideas -'imágenes'- que podrían significar o equivaler a la idea de '4', tienen que acudir a una síntesis y abstracción, asegurando que es posible, aunque yo no veo como, que a partir de '4' se genere una sola idea que venga a posibilitar la enunciación de la sola deducción de '4=2+2', a saber: la idea de unidad. Y así '4=1+1+1+1', etc. Quien tenga la idea de unidad, que la diga.

En resúmen: que quieren hacer que la cosa que lleva su tiempo, su trabajo y su dedicación, se desprenda por sí sola, del solo hecho de pensarla. Sobra decir que lo único que hace esto es delimitar las posibles respuestas, solidificar sus límites y condenar la cosa -por ejemplo a los números- a ser los que son.)

Porque, como ya lo dice el poema: Pensar: borrar primero y dibujar después. Y aunque en este verso ya se nos presentan los dos movimientos clásicos del pensamiento -la crítica y la construcción- y aunque aquí nos importe bien poco el segundo (eso de seguir haciendo Realidad), no cabe duda que el maestro sevillano estuviese seguro de que lo más importante de todo en el pensar era el borrar (y quien borrar no sabe camina en cuatro pies), y ello porque las cosas de las que se componen la Realidad, son hechas gracias a un dibujo, un trazado y un límite que se le impone. Dibujo que quiere decir imágen, que quiere decir separación, línea, frontera, etc. Y como todo trazado no puede ser sino arbitrario, cifrado ya en eso que se dice en el primer fragmento textual -allá por el s. VI a. C.- que nos ha llegado de la filosofía: (el fragmento de Anaximandro DK 12 B 1, lo tomamos de Filósofos presocráticos, ed. Gredos, vol. I, 1978, trad. de Eggers Lan, C. y Juliá, V. -cambiamos lo infinito por lo sin fin-)
Anaximandro... dijo que el principio y elemento de todas las cosas es lo sin fin... Ahora bien, a partir de donde hay generación para las cosas, hacia allí se produce también la destrucción, según la necesidad; en efecto, pagan la culpa unas a otras y la reparación de la injusticia, según el ordenamiento del tiempo.
Y de ahí ya se puede saber: lo sin fin (ápeiron), en donde sólo puede entrar el límite (del gr., péras, de donde vienen también palabras como, perímetro o los consabidos Perí Phýseos -títulos genéricos de los primeros textos de filosofía, que literalmente se traducen Sobre la naturaleza, aunque slavando anacronismos, habríamos de traducir Sobre la Realidad, dadas las diferencias entre lo que un griego pensaría de la naturaleza y nosotros.), para ser lo que es, para llegar a la existencia. Entrar en el límite, ser dibujado, tener sus lados, sus determinaciones quiere decir ser hecho cosa; mientras que eso de ápeiron (sin fin o infinito, aunque para aclararnos la diferencia entre estas dos palabritas tendríamos que ocuparnos mucho tramo sobre Anaximandro y la filosofía presocrática a la que ahora no podemos ni debemos), esa nebilina opaca que confunde toda cosa: el monte, el pino, el mar, el pájaro la rosa; esa masa de cosas que no se saben si quiera si son cosas, porque no tienen límite ni trazado alguno que las determine, ni es nada que se pueda siquiera entender -como harían algunos peripatéticos- como una especie de materia prima, potencialidad pura; va tomando forma en la medida en que la metemos en cintura, en la medida en que vamos trazando límites y poniendo barreras a la cosa que no las tiene. Dibujando el contorno de un árbol y diciendo: "Esto es un pino", pretendiendo que en esa predicación vaya conjunta la cosa que dice: "Esto no es una rosa, ni el mar, ni un pájaro". Y así se van construyendo las 'imágenes' -las esencias, las ideas platónicas, las verdades, etc.- de los pájaros, las rosas, los pinos, etc. Y así las cosas se van haciendo y generando realidades...

Aunque, por más que Anaximandro fuera filósofo no fue tan ingenuo como para no darse cuenta que esas cosas que venían a ser, no lo eran por sí mismas, ni porque las cosas estaban así dadas; sino por un mandato cuasi-jurídico (táxis se puede traducir como mandato, pero también como ordenanza o sentencia) del Tiempo. (¿Algún deje de pena habrá en las palabras del milesio? Bastante difícil es saberlo si acaso ya se extrañaba, como Platón luego lo haría, de que las cosas no durarán para siempre... pero en fin, no estamos aquí por la labor de pensar a Anaximandro). ¿Qué hay pues en esa pretención de conocer la Realidad? Fácil: la necesidad de medirla, de separarla, de abstraerla.

Nada más alejado de nuestra labor por acá: que es desatarla, desliarla y ver como está construida sobre trazados y dibujos más bien burdos, falsos, raquíticos. (Aunque no por mejor trabada la cosa vendría a ser Verdadera). Aquí vamos a desmontarla y a admitir con la fidelidad y humildad necesaria que lo que se va moviendo allá abajo, (que algo se moverá, entre las aguas, pececes, ríos, árboles, corazones, nubes y demás) es necesariamente sin fin, y no llega uno a darse cuenta del todo el por qué de que las nubes no sean rosa ni las rosas sean yo.

Machado va por la misma labor de saber que eso que mete en sí mismas a las cosas no pueden ser sino garras así con su sonido político, agresivo... porque alguna agresión ha de haber a la cosa cuando se le manda que sea la que ella misma es. Y, sin pensarlo dos veces: aunque lo mismo que las garras son, lo mismo que las garras, pura figuración. ¡Maestro! Porque tampoco hay algo verdadero ahí que vayamos a liberar, aquí que nos afanamos por soltar las amarras, las redes, garras y ordenanzas de la Realidad, sino que ya al liberarnos nos damos cuenta que justamente las garras, los límites y las cateogrías, no eras sino las cosas ya dadas con sus límites y falsedades.

Así que borremos un poco la diferencia (entre el pez y el pescador) para a ver si de toda esa balumba algo queda que de veras esté diciendo algo con sentido común -aunque justa y únicamente la negación de la cosa, y la imposibilidad de arar en el mar... Por ello, por acá:

Negamos, no afirmamos. Razonamos, no ideamos. Soltamos, no amarramos. Desaprendemos, no aprendemos. Estamos en contra, nunca a favor. Destruimos, no construimos. Borramos, no dibujamos. Nuestro empeño ha de estar en dejar de entender la Realidad, en que de verdad nos parezca asombrosa, falsa: que se nos aparezca como es La Gigantesca Máquina de lo Natural, con todos los embrollos, falsedades y pasos al límite que se necesitan para que funcione como tal.

Así que, vamos contra las ganas de medir las vivas aguas del mundo... o en palabras de otro presocrático (Heráclito DK 22 B 57, tomada la traducción del vol. citado de Los filósofos presocráticos):
Maestro de muchos es Hesíodo: concideran que sabe muchas cosas éste, quien no conoció el día y la noche, pues son una sola cosa.



martes, diciembre 16, 2008

De la negación y la realidad: hablando de lo real.

Ahora que ya nos hemos, usted y yo, embarcado en esta extraña tarea que es hablar contra la Realidad, ya se nos hace patente que se nos presentarán muchas y muy variadas complicaciones, antes siquiera de empezar a hablar contra ella. Al fin y al cabo, en este rodar de los discursos sobre ella, ya hay muchas y muy variadas trampas, pasos al límite, axiomas, principios, etc. que nos obligan a retrasar la salida y a detenernos constantemente a revisar qué estamos diciendo contra ella... (como por ejemplo, ¿quién habla en contra de la realidad?, ¿la negación ya comporta una afirmación?, ¿qué es la Realidad?, etc.), para ello nos detendremos tanto como sea necesario antes de denunciarla...

Por lo que respecta a la negación: hay que hacer ciertas aclaraciones respecto de cómo negar la realidad. El motivo es bien sencillo; que antes del hablar, de la negación de la cosa, ya se nos presuponen ciertas reglas -de índole puramente 'Real'- que pretenden hacernos algunas jugarretas con la negación y la afirmación y sus respectivas consecuencias. Me refiero, en particular, a los principios de la lógica: Principio de No-contradicción (a saber: que una cosa no puede ser y no ser al mismo tiempo) y el Principio del Tercio excluso (a saber: que una cosa dicha -es decir, siguiendo el modelo de 'decir' como un enunciado declarativo-, o es falso o es verdadero; de lo que se sigue que si es verdadero no puede ser falso y si es falso, es verdadero en algún sentido). Y que en palabras más simples viene simplemente a significar que: cada vez que se niega algo, se está afirmando otra cosa por lo bajo.

Y dado que ya se dijo que estas máquinas contra la realidad no están para reformarla, perfeccionarla, criticarla y reemplazarla (ya que eso es seguir 'haciendo' la realidad) habría que deternos para explicar de qué manera es que esa negación actúa para que no se produzcan más realidades. Así que, para quien pretenda decir que ir contra la realidad es el principio de lo que comunmente se conoce como "idealismo" le valdrá este pequeño manual sobre la negación y las maneras de decir de la Realidad.

Para ello nos valdremos de la explicación de Agustín García Calvo (puesto que no aspiro a poder superarlo en claridad, consición y cristalina siplicidad y netitud a la ora de ponerlo por escrito), de sus Lecturas Presocráticas I, ed. Lucina, 1981 [2001], prf. 90, p. 68-69.

Mas querría que no olvidáras un momento desde ahora que la negación tiene dos modos contrapuestos de ejercerse: si se dice "La Quimera no tiene ojos de gato", en el tono y con el sentido de decir
lo único que tal acción intenta es que el NO rompa el efecto de la prediccación previa, o que se da por hecha, "La Quimera tiene ojos de gato", y tal acción negativa podría glosarse con otras como "No es verdad que", "Nunca debió decirse qué", "No hay derecho ni fundamento para decir que", "No se sabe que la Quimera tenga ojos de gato"; pero siempre el Poder está empujando a que la negación se inserte o se incluya en el curso de la predicación, y que, aparentemente la misma, "La Quimera no tiene ojos de gato", se diga y oiga en el sentido de

con un verbo, por así decir, "no-tiene", esto es, "carece de", que impone sobre la Quimera una determinación, si no tan positiva, positiva igual que la de tener ojos de gato.Y así mismo, si se dice no hay quimeras como

ello no implica sino ello mismo, es decir que no es verdad (en el sentido, por cierto, de
que haya Quimeras, por más que constanemente el Poder insita en que ello automáticamente se entienda como

en el sentido de que sea verdad que no hay Quimeras, cosa que, por el hecho de que no sea verdad que haya Quimeras no tiene por qué ser verdad.

Este delicado y suncito resúmen que hace Calvo debe servirnos de metodología para el uso de las máquinas. Y así cada vez que digamos: "No hay ser", no querra decir: "Es verdad que no hay ser" -porque, para el caso, el concepto de la Verdad y el Ser se están tan entremezclados el uno con el otro, que, este último enunciado, se podría glosar con la contradicción: "El ser de las cosas es que no hay ser"-. Ello quiere decir que cuando se niegue la Realidad no estaremos (por más que así se intente siempre y se haga siempre ese amago tramposo de recomponer la Realidad) afirmando ninguna otra Realidad, ni más arriba ni más abajo de la que ya hay y nos pesa sobre los lomos. Así que quitemos de enmedio esas connotaciones ontó-logico-lógicas.

Que siendo lo más resumidos posibles se dirá: Que no vamos aquí a seguir predicando de la Realidad, a seguir contándola y liando Sujeto con Predicado, sino desliando, desatando y viendo de que manera el uno con el otro no pueden cazar como quiere que haga la ciencia.

Porque, y ahora que ya hemos entrado en el tema, tenemos que suponer -y esta es otra indicación de Calvo- que si queremos hacer algo así como un estudio de lo que hay, no debemos suponer siquiera esas directrices escolares de que "lo que es, es y lo que no es, no es", por lo menos debemos conceder a esto que hay en el mundo el beneficio de no saber de antemano de qué se trate, ni aún siquiera de suponer su estructura lógica. Y ante ello, reeinscribirnos en la intención de que hay que deshacerse de la Realidad, más que contribuir a perfeccionarla.

Queda, por lo pronto qué sea eso de "hablar de la realidad" no puede ser cualquier cosa, ni cualquier hablar. Sino, ya lo decía Aristóteles, un particular hablar en que incluye a todas las oraciones predicativas (declarativas, o "de decir"), que se componen con la cópula simple de Sujeto-Predicado. Ante ellas, como afriman los lógicos, cabe decir si son verdaderas o falsas, si son o no son, si dan cuenta de lo que hay o no lo hacen. Esto no es algo que incumba sólo a los lógicos, ya se sabe, sino que de ello dependen las proposiciones de toda la ciencia entera, desde las especulaciones de la física y la matemática, hasta los malabares de la psicología, la teología y la metafísica. No nos ocuparemos aquí, ni mucho menos, de resolverlos, sino de desenmascararlos.

Hay que decir, ante todo una cosa obvia: que el mundo está mudo. Este descubrimiento, que tiene que serlo para cualquiera que se dedique a investigar con sinceridad a lo que hay, tiene que parecerle esto un golpe terrible. Pese a Wittgenstein (que pretende que la estructura lógica del mundo y los hechos del mundo se den de una manera idéntica) y a los griegos que decían con don Parménides (DK 2, 3 y 6, seguímos la versión de García Calvo en las Lecturas presocráticas I ya citadas, v. 42-46, p. 199-200):

pues ni podrás lo que no es conocer (que es vano el intento)
ni en ello pensar. Pues es concebirlo lo mismo que serlo.
Ser debe el decir y saber siendo algo: pues cabe así serlo;
mas, sin ser algo, no cabe; lo cual meditar te aconsejo.

Y si de esa mudez partimos, contra Parménides y los hacedores de Realidad, no puede menos que apercibirnos que todo lo que se ha dicho de lo que hay, y que por lo pronto tiene un peso jurídico y político enorme, es tan falso y tan horriblemente castrante como lo que más. Porque es importante decir cómo es que "concebirlo" no puede ser lo mismo que serlo (autó noeîn estín te kaì eînai) para descubir de qué manera las cosas hablan y de qué manera están mudas.

Ahora bien, los nombres nos sobran y ya algunos, porque alguno, llevandose las manos a la cabeza, dirá: "¡Nihilismo militante!" Pero esto es parte de la trampa que ya venimos diciendo (porque, ya dice el mismo principio de no-contradicción -y sus corolarios- que si estamos contra la Realidad -y la Realidad es todo lo que hay- pues con la nada nos habríamos de quedar), porque si bien decimos que el mundo está en silencio -y no en silencio del todo, sino que lo que particularmente, pertinaz y obsecado, calla es justamente esas oraciones declarativas de las que Aristóteles dervió sus teorías del silogismo y que componen las oraciones de la ciencia-; hay mundo y de eso no nos cabe duda. Las cosas están ahí, pero no son Verdad, porque la Verdad, tal y como se entiende tiene que tener ciertos atributos de los que quizá nos ocuparemos en otra ocación.

Para discutir esto acudamos a Ret Marut (posible seudónimo de B. Traven) que publicase un extraño tratado de Física/artimética/lógica titulado La destrucción de nuestro sistema del mundo por la curva de Mar allá por los veinte del siglo pasado. Citamos la traducción de Luis Andrés Bredlow, ed. Lucina, 2001, prf. 2, p. 17-18).

Los hechos no necesitan demostración. Los hechos no se pueden demostrar. Cuando un hecho necesita ser demostrado o cuando puede demostrarse, entonces yano es un hecho, sino una construcción; una construcción patentizada. La verdad es la verdad. No se puede introducir en la ecuación ningún otro concepto en lugar de la verdad que no sea el de la verdad misma. Y la verdad no necesita demostración (ni puede demostrarse), lo mismo que los hechos.

Lo único que puedo hacer es reconocer un hecho como hecho y tratar de hacerlo reconocible o, cuando menos, comprensible a otros hombres como tal hecho.

Así pues aunque las cosas no estén ahí predicando de sí mismas todos y cada uno de sus atributos verdaderos -y, según los lógicos, al momento de predicar las relaciones verdaderas, estarían (sin darse cuenta, las pobres cosas) predicando también sus relaciones falsas, o las relaciones que no se dan en ellas, como quien dice-; no negamos que la cosa está ahí y tiene su gracia y su alegría (¿quién es uno para negarlo?) cuando de veras se toca, se vive y se siente -aunque sin hacer demasiada división entre lo que se siente y lo que se piensa-; cosa que sin duda ocurre, siempre y cuando se pase por la consabida condición que ya nos dice Marut: que no se sepa, o que no se pueda demostrar, que para el caso es más o menos lo mismo.

Espero que ya se vea clara la intención de decir que lo que hay aquí -y habrá, si se deja la cosa meter en palabras y hacerse electrones que fluyan, etc.- no es un hablar de la Realidad que a la misma vez va produciendo y haciendo más Realidad a su paso; sino un hablar contra la Realidad que, por más que niegue y reniegue de ella, nunca estará por la labor de que su negación se vuelva afirmación, o lo que es lo mismo: que lo negado se se nos haga afirmación por el lado que los lógicos nos vienen diciendo.

Así estas máquinas funcionan para contar las mentiras -como mentrias, ya se sabe, que para contarlas como verdades tenemos a los poderes y sus instituciones- y jamás ellas se gloriarían de una cosa tan imposible como de decir la verdad y mucho menos de demostrarla.


miércoles, diciembre 10, 2008

Máquinas contra la realidad.

Se supone que habría que dar cuenta de lo que quieren 'hacer' estas palabras. El problema con los 'haceres' de las cosas es que siempre tienen que estar respaldados por la realidad. En este caso, más o menos, también lo está, por lo menos de una manera negativa: se podría decir que la justificación del próximo desplante de artefactos es contra la realidad.

Si estos artefactos están aquí, estas pequeñas maquinitas mentales es para que se haga uso de ellas, no para que ellas lo usen a uno -quien quiera que se crea que sea-, ello implica ciertas reglas implícitas que habría que mentar.

Primero, que cuando se hable aquí no se habla para 'hacer' más realidad. Si ello ocurre, como puede llegar a ocurrir según el descuido del que escribe, es producto de un error y merece ser criticado y denostado. Todo lo que aquí aparezca quiere servir para 'deshacerse' de la realidad con la que ya cargamos y no para propagar su hechizo ni su mentira.

Segundo, que la utilidad que se dé a las cosas que aquí aparezcan tiene su fin -como mera máquina que es- en destruir la realidad, después de ello... la propia máquina es absolutamente inútil y hay que deshacernos de ella, (porque corre el riesgo de que la propia máquina se nos convierta en parte de realidad -reemplazándola-, es decir, que lo artificial se nos haga natural).

Tercero, a manera de guía, la labor del desecho de lo real pasa por una destrucción de la fe que se tiene en la Realidad.

Cuarto, una técnica sin realidad que la respalde no es igual al resto de las máquinas, por tanto hay que decir que las maquinitas que aquí se entregan funcionan de distinta manera que como lo haría, por ejemplo, un motor de conbustión interna -que juega y funciona con las reglas de la física y las propiedades de sus materiales-. ¿Cómo funcionan? No es una pregunta que proceda... porque cualquier respuesta sería dar realidad al arma que pretendemos usar.

Esta falta de fundamento, evidente y clara para cualquiera, se entiende si comparamos que por otro lado, la Realidad carece de fundamento y sin embargo sigue 'haciendo' cosas, como por ejemplo, determinar lo sano de lo enfermo, lo bueno de lo malo, lo justo de lo injusto, etc.; y algo se tendrá que hacer contra ello. La función de estas máquinas es puramente política, ni científica, ni filosófica, ni reformadora.)

Ahora nos queda decir que entendemos por Realidad, sin que la cosa se nos vuelva muy abstracta. Quizá la definción más sencilla que se me ocurre (y que en última instancia puede funcionar como un pequeño salmo interrogativo al que acudir ante la duda) es: Realidad es lo que es, siendo que no puede no ser.

De esta definición tan general se podrían sacar varias modalidades, pero por ahora con ella nos debe bastar. Simplemente hay que apuntar, para recorrer el camino inverso: lo que mantiene la Realidad, se ve claramente, es la Fe. Porque una cosa sólo puede ser la que es, sin posibilidad de ser cualquier otra cosa, teniendo absoluta fe en ella -y las implicaciones filosóficas con las que se rodea la cosa y la realidad.

Por ello, ya se nos ve venir la cosa, aunque tampoco fuera muy de nuestro agrado, hablaremos de filosofía y los filósofos. Pero reiterando la advertencia: no los vamos a usar (como, dicho sea de paso, se les utiliza normalmente) para reformar la realidad, para cambiarla, para amuentarla, para hacerla más real, en suma, de lo que ya es; sino que los usaremos para demostrar sus mentiras, para que el propio rodar de sus palabras y las conexiónes que através de la historia han venido haciendo, se vean lo falsas que son todas sus premisas, lo imposibles de sus razonamientos y lo políticamente peligroso de sus sentencias.

Ya se verá que trataremos de la misma manera un texto filosófico, científico, literario, poético, etc. Los géneros forman una parte importante de la Realidad, sus falsas divisiones sus mentiras, sus taxonomías, especies, disciplinas, especialidades, etc. no son más que el desesperado intento de contener la mentira que haría imposible, por ejemplo, que la geometría y la antropología fueran productos de un mismo razonamiento claro, prístino y cristalino. Como ello no es así, la Realidad ha invalidado cualquier cruce de juegos lógicos entre los discursos... esto es, que nos ha prohíbido pensar poéticamente la química y filosofar sobre las matemáticas.

Hay que romper esa regla, la más simple e insostenible de todas, una vez rota esa, las demás le siguen una a otra con el simple rodar del más ingenuo razonamiento. Estas máquinas pretenden servir para ello.

Decir finalmente, que aunque estas son máquinas, no las usa nadie. Es decir, no están hechas para que las use usted, yo o el vecino de enfrente; las máquinas se usan solas y funcionan solas demostrando con el puro silogismo tratado de la Realidad su falsedad y su mentira. Usted, yo y el vecino de enfrente, al ser cosas de la Realidad, no podemos sino entorpecer el funcionamiento de estos artefactos, así que siéntese y mírelas actuar, demostrando lo falso de la Realidad -y de paso, ya lo vera usted, lo falso de usted y yo... (y del vecino de enfrente también).