jueves, noviembre 26, 2009

Notas al Márgen: Arte

Un día el Gobierno Griego le pidió al Gobierno Británico:

«-Oye, toú, inglesito de ligeros dedos, endevuélveme joi frisous del Partenón

A lo que el Gobierno Británico hizo como que no escuchaba. Tosió y siguió embebiéndo su té. A lo cuál, un montón de muchachines (de toda Europa) e historiadores que se adueñaron de la indignación del Gobierno Griego y sacaron a pasear protestas por el exfolio realizado a la cultura madre de Europa cuando un montón de turcos nacionalistas ocupaba la bella perla del mediterráneo.

«-Les han robado su identidad cultural –dijo uno.

-Qué vergüenza que el gran patrimonio del Arte se halla preso y conseguido en el exfolio de una guerra –dijo otro.

-¡Qué inmoralidad! ¿Sostener el lujo de los museos a costa del saqueo y la rapiña? ¡Oh, qué venga Al Gore y que haga una película sobre esto

A lo que el Gobierno Británico volvió a carraspear y abrillantó sus uñas en la solapa de su chaqueta.

Ahora bien, lo que ni el Gobierno Británico ni el Gobierno Griego quería que nadie se enterase –y ahí entremetidos en la balumba, los niñatos también- es que no importa quién tenga el arte, la identidad o la cultura: ¡ésta sólo puede servir para someter al pueblo!

Porque ahí estaba el pueblo –que sí unos eran griegos y los otros ingleses, eso naiden lo puede ensaber-: que se alzaba de hombros y sonreía.

lunes, noviembre 16, 2009

Asombros breves: Deporte

Estaba yo enreleyéndome esa farsa de don AGC sobre el Deporte y me dio por irme acordando de todas esas estrellas estrelladas que se iban dejando sus huesitos en cachas y asfaltos, en muertes y suicidios, en glorias y tormentos… Y de cómo es algo sorprendente que nadie venga a decir nada en contra del Deporte… y que si se viene a decir algo, cual intelectualillo de turno es decir lo que ya está dicho: Que si el futbol es un circo, que si patatín, que si patatán, que si es pan para el pueblo…

Pero nadie habla en contra del Ideal: nadie habla en contra de verdad de los valores que enarbola por todo lo alto, nacionalismos, heroísmos, triunfo, mejoramiento, progreso, etc., y en fin todos los valores que biensirven a la gloriosa constitución del Estado y por consiguiente de la Realidad que aquí intentamos (como se pueda) ir desarmando y combatiendo.

Ejemplos hay a patadas en donde el asqueroso deporte se va llevando entre sus piernas a hombres. Daniel Jarque, Antonio Puerta, Miklós Fehér, Marc Viven Foe, Andrés Escobar, José Antonio Gallardo, Miguel Martínez (At. Madrid), y esta ristra sólo se refiere al fútbol y a las últimas fechas –y la mayoría en Europa-, que si fueramos sumando los de automovilismo, toros y suicidas (Enke o De Faw, por citar los últimos) la lista se nos haría tan homérica que asusta...

Y cuando se habla de estos temas desagradables para el deporte: los periodistos siempre hablan de ‘destino’, ‘constituciones genéticas’, de ‘infortunados accidentes’, de ‘heróes para el recuerdo’, de ‘condolencias a las familias’, y todos callan, sí, todos callan como alcahuetes –y parece que las aficiones reclaman más y más muertes a sus jugadores- para entonces entregarse en una especie de orgasmo de compasión y de ramos y flores y…

Y los muertos siguen cayendo a la fosa: ¿será pura coincidencia? ¿Será que ese gol de la muerte de Pablo Escobar fue también un puro destino? ¿O el infierno vivido por Jürgen Sparwasser era simplemente un infortunado accidente? ¿O qué me dicen de la Guerra del Futbol y sus 6000 muertos?

Y yo no digo que el fútbol o el deporte sea veneno… ni siquiera la copetición. Sino otra cosa… que es que a mi me da que estos muchachotes hace mucho que dejaron de correr tras el balón y están corriendo tras otra cosa… otra cosa…

Y todas las masas de banderas e himnos, de glorias y membretes dorados, medallas y atletas corren detrás de otra cosa... y si los alienta Estado y Realidad, y Medios y sus parafernalias, estemos seguros de que no puede ser nada bueno... Que esa carrera, en donde muchos se van apeando a costa de muertes y otros se van apagando poco a poco cual llamitas en lo alto del pebetero olímpico, todo es lo mismo: la Realidad no se constituye en el juego ni en la competición, sino en el Triunfo y en la Gloria, en el Honor y en la Eternidad... y eso es lo que van persiguiendo estos hombres y sus naciones, aunque se vayan cayendo a pedazos en el intento y el hecho de acallarlo con homenajes y lutos no es sólo repugnante sino, en verdad, me da miedo.


sábado, noviembre 07, 2009

Para las cosas... ¿el olvido?

Rey de copas, rey de bastos,
rey de oros, rey de espadas,
rey de nada.

Ya no me queda más que echar
vino en la poza
de mis entrañas,
para olvidar lo que fuí
y olivdar la que me aguarda.

Pero ¿qué que olvide
todo yo, si ella
no me olvida ni se embriaga?

Ella de mí
lo sabe todo:
yo de ella no sé nada.

(¿Agustín García Calvo?, Baraja del rey Don Pedro)



No. A las cosas no se les puede olvidar… quiero decir a las cosas que ya están hechas como tales cosas, que es como decir que si se puede olvidar uno de la Realidad… Olvidar que sea un olvido que pretenda liquidarla.

Al fin y al cabo existen muchos y muy variados métodos para olvidarse de las cosas, aunque sea durante un momento… Y acaso la gana de rehuir de la viva desesperación ante las cosas –ante la muerte de las cosas que es que sean las que ya son. Porque entonces… las cosas, al ser ellas mismas, no son ya meras cositas que están ahí –justo como nosotros mismos lo somos- sino la muerte misma encarnada en la macabra máquina de ser la que es.

La Realidad, para sostenerse, necesitará de todas estas huidas: ocios, drogas, alcoholes y demás parafernalia: ese desorden necesario para que pueda seguir trabajando a sus anchas…

No hace falta huir de ella, ni para nada sirve: A las cosas les pasa lo mismo que a la Realidad, sólo que en pequeño… es imposible que una cosa sea ella misma y esté cerrada, clausurada, perfilada… no. (Y en tanto nosotros también somos cosas, será imposible lo mismo para nosotros… -esa es la base de la mentira de esta triste demoeconotecnoracia).


No, las cosas no se olvidan de nosotros –la muerte, no se olvida de nosotros-, habrá que alzarnos contra ella, que nunca será lo mismo que olvidarla… desconocerla, puede ser útil, no estoy del todo seguro… no reconocer los límites de las cosas: ¡eso es importante! Aunque la cosa esté ahí y nosotros –nosotros las cosas- vivamos gracias a ellas.

¡Gracias cosas! ¡Alzaos, revelaos contra la Realidad que os cuenta como a las personas!





martes, noviembre 03, 2009

Asombros breves: Helloween y sus semejantes

q1. ¿Y por qué contra el Helloween? ¡Si el Helloween es muy bueno! Es un día en que se permite que se violen las reglas de la etiqueta, del buen vestir y se acepta que todo el mundo se disfrace de monstruos y diablos y la madre que lo parió.

a1. ¿No les basta, señores, salir todos los días disfrazados de ustedes mismos?

q2. El Helloween fagocita tradiciones culturales.

a2. No estamos contra el Helloween porque fagocite ninguna tradición -porque la tradición (en tanto que tradición sea) será exactamente lo mismo que Helloween-: si el uno genera dinero, las otras no son mas que letra muerta en tanto se les siga tratando como 'tradiciones' (cosas hechas y destinadas a repetirse para gloria y loa de una cultura vacía).

q3. Las fiestas son necesarias.

a3. Las fiestas -ya hablaremos más largo y tendido sobre el tema en otra ocasión- únicamente son el mejor termómetro para darse cuenta de la falsedad de eso otro que no es fiesta. En otras palabras, esa breve transgresión no hace sino recalcar la normalidad y la cárcel de la Realidad. Las fiestas, sí, son necesarias... pero sólo para la Realidad. Aquí abajo uno se lo pasa pipa sin celebrar nada.

domingo, noviembre 01, 2009

¿Qué es Realidad?: Hablando de lo Real (otra vez)


Frontispicio de Mundus subterraneus, in XII libros digestos; quo divinum subterrestris mundi opificium, universae denique naturae majestas & divitiae summa rerum varietate exponuntur, de Athanasius Kricher (1665)


Otra vez volvemos a hablar sobre lo mismo porque es imposible acabar el tema y decirlo del todo…

Hasta mis oídos han llegado justas quejas a las que hay que dar razón aquí. Queja clara y queja de cualquiera: Que para estar en contra de la Realidad, aquí se la mienta tanto a mansalva que no habrá manera de decir nada en claro, nada útil.

Por un lado, es cierto que REALIDAD es una palabra culta: una palabra del poder que únicamente se utiliza para el servicio del poder mismo. Una palabra que viene desde arriba y que no tiene nada que ver con el uso común y corriente en el hablar de cualquiera. Y no es poco el riesgo que al utilizarla y mentarla tanto en estos decires se nos vaya perdiendo el significado ella quiera decir.

Realidad es suma de cosas, pero cosas que son todas y cada una ella misma (si no fuera así, no podrían sumarse). Sin embargo hay otras notas constitutivas de la Realidad que es importante decirlas para que quede claro por qué hablamos contra ella. Que no será por afán de vivir entre sueños e ilusiones –que son ellas otra cosa más de la Realidad (tan necesaria para ella como las cosas concretas y los números naturales).

1) Que se puede hablar de la Realidad: esa es una de las notas más modernas y que no siempre ni en todos los casos se ha aplicado. Ya tenemos a los místicos y teósofos neoplatónicos y medievales que aunque admitían una Realidad –una cosa que era suma Verdad-, esta sólo podía ser Dios y que de Dios no se podía hablar siendo el supremo Uno… que al hablarlo y someterlo a la palabra no tenía más remedio que descomponerse en la díada.

Pero en fin, no nos perdamos ni distraigamos… valga ello solamente para decir que el hecho de que ‘haya’ o no Realidad es muy distinto del hecho de que a esa Realidad se le preste la palabra para describirla. Aunque esto de que de la Realidad se pueda hablar es un decir: ya que la pretensión de esa palabra que dice al mundo no será sino la pretensión de una tautología de algo que el mundo –si acaso habla- está diciendo ya de sí mismo. Y así cuando un científico cualquiera describe un fenómeno cualquiera de cualquiera de las cosas de la Realidad no estará sino reproduciendo el discurso que ya de sí la cosa tenía grabado consigo.

Sin embargo, esta característica es sumamente importante: que se puede hablar de la Realidad y no perderla entre sus hablares. Que se pueden contar las cabras más allá de que haya o no haya cabras, que se pueden manejar y dar número, p. e. a los peces de una pecera o las hojas de unos árboles y en ese hablar se captura, de alguna u otra manera, la Realidad.

2) Que la Realidad está cerrada: Nota importantísima. Sea que se pueda hablar de ella o no, lo absolutamente imprescindible de la Realidad es que este cerrada. Que si en un momento dado los discursos sobre ella se equivocan, no se equivoquen porque la Realidad ha cambiado, sino porque las razones no habían sabido descubrir el secreto ya sellado que mudo en sus labios siempre había estado escrito.

Así cuando no se sabía nada de la teoría de la evolución, cuando se descubre… no se trata de que hay un cambio en la forma del nacimiento y transcurso de la vida en el planeta, sino que se descubre el verdadero secreto que desde siempre la Realidad estaba hablando por lo bajo.

Naturalmente esto no significará que las ‘cosas’ que componen la Realidad, como la mesa sobre la que escribo, yo mismo o usted que lee, no cambien… sino que hasta las propias leyes y causas de tal cambio –que no pueden ser sino procesos y más cosas de la Realidad que a su vez se le puede dar nombre y cupo en un libro cualquiera de filosofía, tales como principio de causalidad, etc.-, estén reguladas desde siempre y para siempre por medio de las explicaciones de tales movimientos. De esta manera la mesa se puede transformar siempre y cuando admita dentro de esa transformación todas las leyes ya descritas por la ciencia sobre cómo las mesas tienen que cambiar para poder seguir siendo mesa a pesar de haber cambiado.

3) Que todo lo que no es Real es nada: O dicho de otra manera que la Realidad es todo lo que hay y de esta manera todo lo que hay es Real.

Es gracias a este tercer principio que se puede llegar a pensar que lo que aquí nos traemos es nihilismo puro y duro… que luchar contra la Realidad será embarcarse en aplastarlo todo y demolerlo todo. Es este principio el que puede confundir esta lucha con descarnado ejercicio de angustia y de aniquilación. Naturalmente esto no es así. La Realidad dice: «Yo soy todo lo que hay», y no puede sino estar mintiendo, claro esta.

La Realidad necesita ser, toda ella, lo que hay. Por ello mismo se hace necesario la Nada para que todo funcione… esa nada que la negatividad tan pura y tan absoluta que sólo puede ser una afirmación.

Esto es: la nada de Meliso de Samos. En efecto de ello nos cuenta en sus glosas a la Física de Aristóteles, el buen Simplicio:

Y Meliso demostró que ello es inmóvil por el mismo motivo de que es necesario que si el ser se mueve, haya algún vacío del ser hacia el cual pueda desplazarse; pero demostró previamente que el vació no es posible. Dice así en su propio escrito: «Y no hay ningún vacío, porque el vacío no es nada: ¡y la nada no podría ser! Tampoco lo que es se mueve: no tendría lugar alguno donde desplazarse, pues es un pleno. Si hubiese el vacío, podría desplazarse en el vacío; pero, puesto que el vacío no es, no tiene donde desplazarse. Tampoco podría ser denso o raro. No es factible que lo raro sea pleno de manera semejante a lo denso, sino que lo raro precisamente resulta más vacío que lo denso. Entre lo pleno y lo no pleno hay que hacer esta distinción: si algo hace lugar a algo o lo acoge, no es pleno; si, en cambio, ni hace lugar ni lo acoge, es pleno. En consecuencia, es necesario que sea un pleno, si el vacío no es. Y si, por tanto, es un pleno, no se mueve.» (DK 30 B 7, Filosofos presocráticos, II, Gredos, fr. 181. trad. Olivieri, F.J.)

Y aunque aquí habla sobre el movimiento se refiera a todo: tanto movimiento como límite. La Realidad no puede tener límite –es decir tiene que ser infinita (que no sin fin)- en tanto que lo que hay fuera de ella no puede ser sino la nada misma (la nada entendida ya como una pura negación) y por tanto estar impregnandolo todo: la Realidad es todo hasta lo que no se conoce, lo que está ahí en secreto esperando venir a la luz de los discursos de la ciencia es tan Real como los discursos de ahora.

Naturalmente frente a estos mentirosos principios –que no porque se den y se les de su sentido, dejarán de ser mentira-, tenemos que descubrirlos una vez descritos… descubrir su mentira y su sentido.


1) No se trata que de la Realidad no se pueda hablar, sino que es justamente ese hablar del hablar de las cosas lo que constituye esencialmente la Realidad. Digámoslo con un ejemplo:

Una cosa será decir: «Sentémonos a la mesa azul.»

Y otra muy distinta será: «Esta mesa es azul.»

Si tomamos en cuenta que ‘mesa’ sólo podemos saber que es mesa en tanto que es un nombre que está perpetuamente señalando a las cosas, en el primer caso únicamente estamos indicando –o sugiriendo según el modo de la frase- una acción que hacer. Sin embargo, la segunda frase es otra cosa: estamos hablando del hablar. Hablando de la mesa y no ya indicando nada, sino volviendo con la cópula sobre la descripción de la mesa y vemos que ya son otros juegos de los lenguajes que no tiene nada que ver con el primero.

Uno será hablar y el otro hablar de lo que se habla. Y es mediante esas operaciones –que tampoco tendrían nada de extraño si no fueran por las prontas intervenciones de políticas y ciencias que intervienen por ahí afirmando y dando fe (cual peritos e interventores) de que, en efecto, «esta mesa es azul»- se va manufacturando la Realidad.

2) La Realidad, igual que cualquier cosa, está siempre abierta… abierta en el sentido de que hay cosas que constantemente están entrando y saliendo de ella, abierta porque el hacer de su hablar es siempre mentira porque siempre las cosas están en un movimiento que no obedece nunca a ninguna ley ni a ningún principio. Y ello es tan sencillo de descubrir como observar atentamente cualquier cosa.

3) La Realidad no es todo lo que hay… (decía el otro) y esta sencilla máxima ya nos vale para descubrir que hay muchas cosas que no son reales y que están ahí. Que no están gritando con todo su ser la gana de ser cosa y que sin embargo están ahí para que cualquiera las disfrute.

Naturalmente Realidad está ahí. Siempre acechando: haciendo creer que todo aquello que se descubre es eso… más y más Realidad. Su movimiento es un movimiento político… es la gana de demostrar lo indemostrable, de dar palabra a lo que ya era pura palabra en sí misma: el dar fin a las cosas, de temer que las cosas se confundan en lo sin fin (en lo no definido de sus formas, sus principios, sus quehaceres) ya que ello sería el principal obstáculo para poder manejarlas, contarlas y someterlas.