No hay cosa de la que tengamos que tener más recelo y sospecha sino de aquello que tiene éxito. Da igual, qué sea… si un libro, una película, un producto para adelgazar o una refresco de cola. Si tiene éxito por lo general, y salvo contadas excepciones, es porque, naturalmente, ayuda a la Realidad a perpetuarse…
Y lo que no… por lo general es el éxito mismo y su traducción en la gracia Divina (por otro nombre llamado DINERO), el que acaba por matar lo vivo que pueda haber en aquella cosa que pudo haber nacido de una inquietud viva y clara.
Por ello no nos queda más remedio que desconfiar muy mucho de las drogas, de su éxito entre los jóvenes, de su consumo entre los cuerpos. No vamos a apelar aquí a las saludes, ni a las nutriciones –que por otro lado, también su éxito tienen y de alguna manera mantienen igualmente en cintura a la Realidad misma para que no se desbarajuste ni se desbarre demasiado, como parece querer estar haciéndolo a cada momento. No. Que al fin y al cabo, de esas estupideces sobre la salud abundan demasiadas por ahí para que aquí tengan lugar… y tan llena de falacias como la supuesta diversión y ocio a la que se aspira con la droga.
La falacia de la nutrición es prácticamente la misma que la de la droga: que el cuerpo es de uno. ¡De uno! Como si uno y su cuerpo no fueran la misma cosa y que hay otra cosa que puede decidir sobre su cuerpo y decir: «¡A partir del año 2010, dieta rigurosa!» o «Mañana dejo de fumar» o cualquiera de esas militarizaciones de la vida diaria. Que lo mismo dice: «Hasta que el cuerpo aguante» o «¡Viva la pepa! Ponme otra sangría, que el cuerpo lo pide», o rayitas e inyecciones, maría y hachís, todo circulando de aquí para allá junto con las drogas más o menos duras desde el alcohol hasta el LSD y toda la madre que lo parió.
Naturalmente… todo esto para que la fiesta no se venga al suelo en el mismo palmo de sus narices, para que no se vea, en un momento de claridad inesperada, que estar en una discoteca es un asqueroso tormento como pocos, donde el almita tiembla de la música estúpida que resuena para estupidizarse más y no escuchar el sentido común que el está diciendo: «Vaya trabajo este de divertirse». Y ahí está la rayita de coca, el porrito de maría, la sangría de alto octanaje, para suspender esa operación del sentido común definitivamente.
Para sumergir la cabeza de lleno en la mierda de la Realidad y pegar una bocanada de porquería y pasárselo en grande… ¿o no?
5 comentarios:
Y qué haría la gente sin drogas? Siempre han existido, en algunos países la necesitan para trabajar, vivir, no pensar en la comida, es más loable, no para discoteques, pero es así. La pena será dentro de 10 años cuando los nenes de 17 que ahora las toman se vean en otra realidad tirados por los suelos y diciendo: pío pío que yo no....
Besos, "majo"
El caso es que sea para la diversión o para la mera supervivencia, las drogas están ahí para sustentar la Realidad.
Sin ellas, ¿quién sabe? Igual este mundo se empieza a resquebrajar por un lado u otro... esos niños que están ahí sorbiendo pegamento, podrían muy bien agruparse y defenderse de este asco de mundo de otra manera... pegando tirones a los bolsos o birlando carteras, aunque sea. Lo prefiero.
Er, no. Las drogas (concepto vago donde los haya) no están ahí para eso. No están para nada, salvo en los planes de futuro que a su costa se hagan. Drogas las hay, sin más, como hay gente o árboles. A ver si ahora vamos a responsabilizar a los alcaloides del uso poco inteligente que les den las manadas humanas.
Mmmm... no sé yo si realmente haya drogas como árboles o piedras. En todo caso, podríamos decir, 'hay amapolas, cáñamo, cactus,' pero creo que droga -como usted dice, tendríamos que acotar el concepto-, sólo la hay en el momento en que se usa...
¿No era el pharmakos ese ritual de purificación de la ciudad?
Por las mismas, tocayo, podrías decir que no hay árboles sino sauces, negrillos... Y aun no hay sauces, sino tal o cual cosa aquí o allá que en un momento dado llamamos así. La abstracción es así de resbaladiza: ni puedes en la práctica renunciar a ella ni hay un punto en que empiece a ser 'pasable'. Ahora, 'droga' es un concepto impresentable, desde luego. 'Fármakon' podría valer para algunas de las cosas que por drogas circulan (hojas, resinas) pero no para otras ya industriales (pirulas, polvos y demás) que una bruja de entonces no habría podido preparar. En cualquier caso, es abusivo culparlas de nada a las pobres materias, primas o tercias, ¿no?
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