miércoles, enero 07, 2009

¿Qué es la Realidad? Realidad y definición.


Ya van viendo ustedes que nos lanzamos a hacer una ingeniería contra la realidad sin siquiera pararnos a dar cuenta de ella; sin parar mientes en definirla o por lo menos tenerla bien presente y delimitada para cuando la ataquemos.

Y ¿no se habrán dado cuenta? ¡Que la realidad no se puede definir! O por lo menos eso es lo que ella -y sus defensores- quiere que se crea. Pues ¿cómo se iba a definir 'la Realidad' que es la suma de todas las cosas y no se puede salir uno de ella para poder decirla sin que en una cosa este metido uno y por tanto ya de 'la Realidad' sigas siendo parte? Y así cualquier definición que demos, estará necesariamente falseada e incompleta.

O como dice Lucrecio: (De rerum Natura / De la Realidad, I, 1008-1013. trad. de Agustín García Cavlo):


Aún más, que no pueda la suma de cosas medida ella misma
ponerse, Natura lo impide, que al cuerpo a que se defina
con el vacío y con cuerpo a lo que es vacío le obliga,
de modo que le haga ser toda por uno u otro infinita,
o que también uno y otro, si el otro no la limita
se abra, no ostante, con simple su ser sin fin ni medida.

[Ipsa modum porro sibi rerum summa parare
ne possit, natura tenet, quae corpus inani
et quod inane autem est finiri corpore cogit,
ut sic alternis infinita omnia reddat,
aut etiam alterutrum, nisi terminet alterum eorum,
simplice natrua peteat tamen inmoderatum.]

Y según esto se nos vuelve ya imposible definirla... salvo eso sí, por medio de la 'nada' o el 'vacío'; negativamente: diciendo algo así como Realidad es todo lo que no es nada, queriendo decir con ello que cualquier cosa que sea algo ya viene a poder sumarse con otras cosas que tengan la misma propiedad -la propiedad de ser- y por tanto a ser parte indistinta de la Realidad. Y aunque tomemos a la 'nada' -o vacío, como diría Lucrecio- como otra cosa más entre las cosas (y siendo algo positivo vendría a seguir siendo cosa y por tanto, parte de la Realidad) o si acaso la tomamos como una no-cosa o la anti-cosa, pues ya nos damos cuenta que lo único que puede poner cerco a la Realidad es justamente lo que no puede cercar nada y por tanto, de las dos maneras se nos vuelve infinita e imposible de definir.

Entonces no se le puede ya comparar con otra cosa que le de su ser, que la limite, que la abstraiga y la separe, porque cualquiera que sea esa cosa Ella ya se la come y con el sólo hecho de ser cosa -res- ya es parte suya y no vale para que nos aclare las cuentas. Y si se define con lo que es 'nada', pues bien poco -cuando no nada- se está diciendo sobre ella.

¿Y si nos queremos creer que la definición de la realidad se nos puede dar a través de lo que no es real, pero que sigue siendo cosa; por ejemplo, un sueño?

El sueño es 'irreal' como luego dicen, cierto. Pero no puede serlo del todo si es cosa. Si es cosa, tiene causa, si tiene causa es real. ¿No hay cientos de investigadores, psicólogos y neurólogos que van a la caza de desentrañar el secreto del sueño y ver la causa de su aparición y los hilos narrativos que le recorren? Que si los sueños son deseos reprimidos, depuraciones de la memoria o acaso traumas del subconsciente...

Esto de 'irreal' lo que nos hace es darnos cuenta que pueden, sí, existir grados de Realidad. Y no tendrán la misma Realidad, por ejemplo, Dios y el miembro número 143 de una manada de ratas que corre a través de una alcantrilla. No tendrán el mismo grado de Realidad, por ejemplo, los presupuestos autonómicos del año 2009, que los objetos voladores no identificados que aparecen en los vídeos amateurs, aunque eso no significa que unos y otros no sean reales, sino que su grado de Realidad varía.

(Esto del grado de Realidad, no es tampoco nada nuevo para la historia de la filosofía: y ya se encontraban en las teologías neoplatónicas y neopitagóricas de la época helenística. Con Plotino, Proclo y Boecio. Y si me apuran ya en Platón comienza esto de los grados de Realidad, con aquella línea que separa las cosas verdaderas -que para Platón eran, por supuesto, las ideas- y el resto de cosas terrenales y concretas, que aunque no se pudiera decir que eran 'nada', sí se podía decir sin ningún problema que no poseían en mismo grado de Realidad que las otras. De esto mismo se derivan las jerarquías angélicas y las hipóstasis divinas que van desde la Santísima Trinidad, arcángeles, ángeles, querubines, santos, beatos, etc.)

Y lo único que nos queda es ver cómo la realidad más bien se define, no tanto por contraste con lo que limita -si acaso con tal o cual hipóstasis- sino justamente con la separación misma, con el límite que conforma todas las cosas. Como en aquel poema de Machado.

Y es justamente la separación que nos va diciendo que las cosas son las que son, las que permite que haya Realidad, y aún la definición es únicamente una separación de una cosa del resto de cosas. Ya se nos va haciendo claro, espero, el por qué la Realidad no puede definirse: porque es usar el mismo procedimiento, es hacer más Realidad en la medida en que se define la Realidad. Y así, cualquier definición que se dé, (Realidad = x) estará siempre pidiendo un elemento más -por lo menos- que es ella misma (Realidad = x + 1) y de esta manera nunca se dejará agarrar ni meter entre límites.

Así pues ahora nos toca seguir viendo las relaciones de la Realidad con el resto de las cosas, para ver de qué manera vamos todos por acá a atacarla sin cuartel.

De todas maneras eso no quita, por más 'real' que sea esta situación, que nosotros acá nos lanzemos contra ella... Porque el temor que puede llegar a surgir está no tanto en que no sepamos que es -porque se sabe en la medida en que se sabe que es TODO, aunque no se deje definir-, sino porque podamos llegar a creer que es todo lo que hay y ya nos entre el miedo de que erradicando lo 'real' nos vayamos a quedar con el Vacío o la Nada. Pero no. Tengan la seguridad de que por allá abajo -aunque sea en los últimos estatuos hipostásicos, en los últimos niveles ontológicos- siempre hay algo de veras bueno y de veras alegre, aunque no sea Real -que no sea cosa, ni se pueda contar-. Y lo demás... lo del cielo, lo real: lo maldecimos a porfía.

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