lunes, abril 05, 2010

San Lamberto. A trabajar.


Ahora que ya pasamos, guarecidos en las sombras, estas tristes fiestas, ya nos toca volver al tajo y a destajo ir dejando las horas en sus nichitos, muertitas y anónimas. Y ya que hablamos, la otra vez, así muy por encima, que ya veo que esto de intentar profundizar es como cavar sin fin una tumba, de la pereza, pues pensé –puesto que la mala costumbre nos impone, que si hablamos contra la pereza, la gente va a creer que aquí estamos A FAVOR del trabajo- y que sería oportuno, hablar, también contra el curro, la chamba, el tajo, el laburo, como dicen los argentinos.

Y no es que yo estuviera por cerca de la cofradía de los labradores zaragozanos, no. Pero me vino a las mientes la historia de San Lamberto, un pobre mártir cristiano que por faltar a su amo, este le mandó decapitar. Y tan bueno y tan santo era el buen Lamberto que dijo, «no os molestéis, caballeros, que ya yo me arreglo el estropicio». Y, levantándose del suelo y recogiendo cual bártulo inútil su cabezica, se fue caminando hacia su tumba. Y acaso bien podría haberse enterrado a sí mismo si pudiera, como cuentan que se llegaron a hacer los ermitaños herejes que se mortificaban con votos de oscuridad y reglas comunes que se cuentan se hicieron en cuevas entre las serranías burgalesas y alavesas.

Y ahora bien, ¿qué tiene qué ver esto con el trabajo?

Es tan simple: ¡Mirad como la nueva iglesia nos pide la misma sumisión para él que San Lamberto tuvo para con su propia muerte!

Aún recuerdo grabado a fuego en mi memoria cuando me contaron que mi abuela, cuando iba, prácticamente echa un palito y desahuciada, al hospital, se negó, rotundamente, a que la dejaran ir sin haber hecho su propia cama. Hacer la cama de nuestro casi lecho de muerte. Creo que esa es la definición perfecta de lo que quiere el buen Dios de nosotros.

Lo curioso es que este santo sea el patrón de los labradores de Zaragoza. Que los labradores, los trabajadores y al fin, todo mortal que se le ha vedado, por el simple hecho de nacer al mundo y al Estado el gran privilegio de los que no-existen, pues siga el ejemplo, en la alabanza del trabajo, ese heroísmo inhumano de San Lamberto.

«¡A la tumba, compañeros! ¡Con brío y con la cabeza alta!» Parecen pedirnos, día con día.

Y en fin, se habla de trabajo alienante, se habla de cifras del paro, desempleo, marginalidad, etc. Pero todo eso sólo es para esconder lo más evidente. Para que nadie lo vea, para que agazapado se esconda ante todos los ojos que la buscan y que día a día se dejan los ojos, las manos, los pensamientos por ahí: ¿qué es lo que esconde todo esto? ¿Qué hay allá detrás de esos numerangos y esas cifras?

Acaso una sonrisa, una sonrisa y un cigarrito, el vuelo de una mariposa que distrae al labrador de su tesón y su futuro. Sí, ¡eso! Eso es lo que desesperadamente están intentando esconder y que nadie se de cuenta: ¡una mariposilla que cruza revoloteando ante nosotros y envidiablemente alza al vuelo a beber de las flores, mientras nosotros, (los animalitos predilectos del creador), de sabañones cubiertos, sin tiempo para la vida, tenemos seguir trabajando y construir en tierra un Paraíso para Él!






Pauvres rois, pharaons! Pauvre Napoléon!
Pauvres grands disparus gisant au Panthéon!
Pauvres cendres de conséquence!
Vous envierez un peu l'éternel estivant,
Qui fait du pédalo sur la vague en rêvant,
Qui passe sa mort en vacances.

(G.B.)

3 comentarios:

awacat.es dijo...

No me imagino a nadíe hoy como San Lamberto, bueno, ni antes tampoco, pero me ha gustado la historia.

¿Y lo de los sabañones? ¿No me digas que vas a tener que escribir con los muñones?

Ya ves, todo termina en ones. Manda, manda...

Besos

Alejandro Vázquez Ortiz dijo...

ones, ones, ones.

Así es, hermanica -que no por burra te lo digo, aclaro-, igual y no ha habido nunca alguien tan puesto para el trabajo. Pero yo sí que me conozco a algunos que como no estén trabajando no saben ni donde meterse ni que hacer, ni como disfrutar. Los conozco, los conozco. ¿Usted no?

awacat.es dijo...

Yo conozco de todo, gente que trabaja y sabe divertirse los que más.

Con los mártires del trabajo no suelo yo codearme, ni rozarme siquiera.

Un beso.

PD. He tenido que venir para ver sus respuestas. Está bien que no trabaje pero estooooo.:-)